miércoles, 13 de julio de 2011

¿Para qué?, si así estamos bárbaros

Con el diario del lunes es muy fácil decir que la campaña del Frente para la Victoria estuvo mal encarada. Todos sabíamos que Mauricio Macri iba a ganar, pero ni el triunfador ni el derrotado, ni los medios afines a unos y otros, y las encuestas encargadas por cada sector pudieron prever tal paliza que hace que al cierre de esta edición muchos hablen de una innecesaria segunda vuelta, de la que Filmus dijo que no se piensa bajar.


Una de las frases repetidas por el derrotado senador era que en la elección se ponían en juego dos modelos de Ciudad: el nacional y popular, y el del neomenemismo del marketing y la no gestión. La mitad del electorado que le da asco a Fito Páez eligió la segunda opción. Para ser sinceros hace falta un buen estudio sociológico, político y semiótico para poder entender qué es realmente lo que “la gente” votó, y como no poseo los conocimientos necesarios solo me animo a un intento de reflexión.

Sin dudas el voto anti kirchnerismo sumó mucho; la Capital del país siempre fue reacia al peronismo y las recientes publicidades del Fútbol para Todos sobre que “en la Ciudad la Nación también crece” no alcanzan para romper con esa tradición, porque el rol de “autónomo” es lo que el ciudadano quiere.

La idea de Filmus de unir a la Ciudad con el proyecto nacional es lo que genera el rechazo de quienes sufren la inflación, los cortes de calle, ven una pose de no represión, y anhelan una política seria de seguridad al margen de puros descabezamientos de las fuerzas. “Si así gobiernan el país no los quiero en mi barrio”.

Macri ganó en Villa Lugano, en donde fueron las tomas de predios como el Indoamericano. El “enano macrista” del que habla la Revista Barcelona –léase fascista-, fue a las urnas y puso su voto. Porque ese mensaje de “inmigración descontrolada”, que el jefe de Gobierno lanzó en pleno conflicto, no sólo apuntaba a las clases medias, sino también a los pobres que conviven en las villas con los inmigrantes.

Quizás lo más preocupante sea el triunfo de la no política que representa Macri. O mejor dicho de la nueva política, esa de empresarios con plata que prometen buena administración, gestión y se hacen fuertes a puro marketing para generar aquella vieja idea de que no va a robar porque plata ya tiene. A Filmus, y el gobierno que representa, se lo puede criticar y atacar por todos los flancos, y muchos están relacionados justamente con las banderas que dicen defender pero que no tienen correlato en la realidad.

Cuando Macri dice que la pobreza no tiene ideologías tiene razón. Lo que no dice es que esa pobreza es causa de políticas, de gestiones con las que él está de acuerdo. Las soluciones a esa pobreza sí tienen ideología, y la UCEP de su gobierno dio claras muestras de eso al reprimir a la gente en situación de calle. Macri prefiere no hablar porque no tiene qué decir y corre el riesgo de salirse del libreto escrito por Durán Barba (qué sería del Pro si no fuera por él).

El “venimos bien” busca articular en el electorado la idea de estabilidad, y ese es otro de los puntos por los cuales ganó. La persona que no tiene definido su voto y no pasa una mala situación prefiere continuar con lo que está, sin plantearse si está de acuerdo o no con la propuesta (si es que la hay). Muchos votos fueron a Macri por descarte: anti K por un lado y otros que desconocían o veían demasiado zurdo (algunos ni sabrán de su pasado peronista) a “Pino” Solanas.

O el porteño es poco exigente o tan vago que no es capaz de interpelar una gestión. Una de las primeras promesas de Macri en la campaña anterior fue no subir los impuestos, lo primero que hizo al asumir. Sí cumplió con la Policía Metropolitana, aunque la haya usado para espiar a opositores y familiares, hoy esté procesado por eso, y haya nombrado a un ex comisario involucrado en la causa AMIA para dirigirla. Pero como si esto fuera poco, debo decir que, al menos en mi barrio, no se los ve. A lo mejor están en la otra mitad de la Ciudad, y por eso lo votaron.

No se hicieron los hospitales, ni las escuelas –tampoco se arreglaron las que estaban-, pero sí las bicisendas, el metrobus, y los contracarriles. Las prioridades del actual gobierno pasan porque Buenos Aires se vea europea, no porque alcance niveles sociales que la asemejen a otra capital mundial. Así como le vendió las plateas de Boca a los turistas, quiere hacer lo mismo con la Ciudad.

Finalmente uno de las obras no realizadas más destacadas es la de los subtes (aunque la no ejecución del presupuesto de vivienda quizás sea más relevante). Macri quedó preso de sus palabras una vez más y se consideró un idiota por no poder hacer 15 kilómetros de subte por año. La excusa es que el Gobierno nacional no lo ayudó a acceder al crédito del BID necesario para las obras. ¿Echarle la culpa a otro no es evitar admitir la propia? Si Macri no puede resolver eso es que no puede gestionar. Si Cristina dijera que Obama no le da plata o que Brasil le pone trabas dirían que es incapaz.

Podría gastar caracteres hablando de los patetismos de Ricardo “pisoteo mi apellido” Alfonsín, Elisa “fuimos tercera fuerza” Carrió y lo que quedó de Eduardo “la crisis causó dos nuevas muertes” Duhalde; todos colgados de Mauricio, pero ya ni vale la pena, sus números en la elección lo demuestran.

Al parecer para la segunda vuelta sí habrá debate, ese al que Macri temió y al que Filmus no quiso ir por “convicciones”, que a las pruebas me remito, fueron erróneas. Macri no puede articular dos palabras fuera de lo que le escriben, y podrá correr a Filmus con los muertos que el kirchnerismo esconde en el placard –algunos literalmente-, pero tendrá que hacer al menos una propuesta y explicar por qué no cumplió las que ya hizo.

Filmus intenta por todos los medios empezar a revertir la imagen que lo pega a Cristina –como si a esta altura fuera posible- y sumar algún voto aliado que difícilmente consiga. Si enfrenta a su oponente en lo discursivo va a tener que aprovecharlo bien, tirar con artillería pesada y hacer valer su retórica académica sin que su falta de carisma duerma al televidente. Como parecen haberse dado cuenta, tiene que hablarle al porteño que vota en julio y no al futuro votante de octubre.

Hace bastante tiempo atrás en este espacio comparaba a Macri con Berlusconi. Y la verdad que pensarlo hoy cuatro años más como jefe de Gobierno me genera bronca. Es tan complejo el porteño que vota a Macri como jefe de Gobierno pero cortando boleta y metiendo a legisladores del Frente de Izquierda. Soy de los que piensan que ningún político cumple lo que dice, pero creo que en esa promesa –o mentira- está la posibilidad del pueblo de realizar su juicio, de ver hasta dónde llega la mentira. Si un tipo demostró que no cumplió, si no tiene propuestas porque a pesar de ser político no tiene ideología, ¿para qué seguir así?

No hay comentarios:

Publicar un comentario