Días para no olvidar

“Si tenés ganas vamos a dar una vuelta a la Plaza, a transitar un rato la historia”, le dije el jueves. La idea era algo interno entre nosotros, que venía del Bicentenario, pero que dadas las circunstancias me volvió a la mente. Hace algún tiempo algún programa de TV preguntaba “¿Dónde estabas cuando…?”, y en alguna charla entre amigos siempre sale: las Torres Gemelas, la AMIA, la embajada, el helicóptero de De la Rúa. Desde que uno tiene uso de razón empieza a transitar la historia, y en estos días están pasando cosas.

Creo que para todos fue un shock, una sorpresa, aunque fuera alegre o triste. “Se murió Kirchner”. ¿Y ahora? Al otro lado del teléfono lo primero fue: “Se va todo al carajo”. Aún para los que miramos de afuera, pero que no por eso somos ajenos (todos deberíamos entender aquello de “animal político” de Aristóteles), hubo una sensación de vacío, de pensar “acá puede pasar algo”, o mejor dicho, está pasando algo.

Aquel miércoles de una 9 de Julio vacía por el censo la imagen sobre Piedras, de esas angostas y clásicas calles de San Telmo que tanto gustan a los turistas, hacía pensar que el velorio era ahí mismo. Los jóvenes militantes de La Cámpora iban llegando de a poco y contaban cómo se habían enterado de la noticia. Cuando la columna comenzó a marchar hacia la Plaza, entonando la marcha peronista, dimos media vuelta y nos fuimos. Me volví para mirarlos y la imagen se me tornó fílmica, como sacada de alguna película sobre los 70, o antes, creo que pensé en Tango Feroz, no sé por qué.

Nico le pidió a su hijo que le escribiera unas líneas para un texto que estaba armando, y se sorprendió de lo que Fede había redactado. Hablábamos sobre la cantidad de pibes que estaban despidiendo al ex presidente y Nico me preguntó por qué creía yo que pasaba eso. Que respuesta difícil, quizás le corresponda a un sociólogo, o antropólogo hacerla, pero pienso que lo que el pingüino hizo fue devolverles la fe.

“Que bueno sería creerle así a alguien”, le dije a mi amor mientras mirábamos como la gente entraba a la Rosada para despedirse. Yo no creo que toda la gente se deje comprar y llevar de las narices, porque en todo caso esa no es la que va a llorar. Cómo se logra esa fe es materia de un debate en el cual sobran argumentos para cualquier posición que se quiera tomar. El modelo, el aparato, y las aristas de la política. Así como unos pueden hablar de Asignación por Hijo, otros pueden nombrar la valija de Antonini, si hablamos del cuadro de Videla, también preguntemos por Julio López.

Creo que Kirchner fue un político hábil, con todo lo bueno y lo malo que eso puede traer. Tomó como bandera cosas que muchos, los jóvenes en gran mayoría, siempre tuvieron presentes. Fue maquiavélico en el buen sentido de la palabra, supo leer lo que muchos esperaban. Sí, con el grado de hipocresía que eso conlleva, pero que seamos honestos, el 99.9 de los políticos lleva consigo intrínsecamente. Pensé en un ejemplo que creo es bastante claro: pasamos –con chupete volando en helicóptero- de un tipo que nos hablaba de cohetes a la estratosfera a otro que pagó la deuda, reestatizó empresas, y sí, hizo bajar el puto cuadro de Videla.

El kirchnerismo fue hábil para meterse donde otros partidos no se animaron o no supieron. Se llevaron los laureles de la asignación por hijo que era slogan del ARI (si Carrió se dedicara a gestionar en vez de pronosticar…), levantaron como estandarte el matrimonio igualitario cuyo proyecto no era de ellos, y en la pelea (después de ser amigos) contra Clarín hicieron caer varias caretas. Mi viejo tiene razón, están muy lejos de ser socialistas o algo parecido, la guita sigue sin redistribuirse. Los que más ganan pagan menos, y por la ventana de mi casa veo todos los días como los pibes revisan las bolsas.

A pesar de todo pareciera que algo cambió. A lo mejor no, eso el tiempo lo mostrará. Coincido con eso de que el debate político volvió a instalarse en la sociedad, aunque no sé cuan profundo es. Sigo escuchando lugares comunes, leo la palabra “burgués” y me remite a otro tiempo, el gorilaje habla de “pardos” y me parece mentira que sea el siglo XXI.

A los que no creemos, nos gustaría creer. “Le hablaba de lo bueno que debe ser tener fe y no tener religión”, canta La Vela Puerca, y pienso la política un poco así. Le robo a mi sol esa definición de la que me burlé, la de “filoanarquista”, y pienso en la gente que conozco. Demasiados manuales, “demasiada bandera y discurso”, y demasiada división. A veces me causa gracia, porque todos te venden lo mismo, pero cada uno con su manual. Si es Trotsky, Mao, Perón, o el mismisimo Jesús el que lidera siempre va a haber alguien en contra porque no lleva el color que ellos quieren. Es ahí cuando entiendo mi rechazo a los partidos, a los líderes, en fin, pienso en la Libertad.

Admiro a los que son capaces de hacer porque creen, eso de la “militancia” que en estos días volvió a sonar, y no me interesa el color que lleve la bandera. Así como me conmueve un pibe de 23 años que es asesinado por reclamar por una fuente de trabajo, me emociona otro pibe que agradece a un muerto porque gracias a él su familia puede comer.

Las doctrinas son mezquinas. Mi escepticismo consciente hace que pueda vivir sabiendo que la revolución no va a llegar, pero no por eso voy a dejar de estar alerta e intentar despertar algunas neuronas.